Comunidades de Aprendizaje

20.11.2014 12:23

     En la actualidad, el mundo educativo está cada vez más concienciado de que la educación no se reduce a impartir conocimientos en un aula, y que es lo que ocurre fuera de los muros de las escuelas y de los institutos, cada vez más está ganando un mayor peso en la construcción cultural y educativa del individuo. De esta forma, el aprendizaje y la educación pueden ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. A partir de estos planteamientos, desde hace unos años algunos docentes e investigadores han querido poner en marcha mecanismos que sepan aglutinar esta realidad para sacar el mayor provecho de ella: las comunidades de aprendizaje. Estos grupos tienen como principal objetivo la integración del entorno en el proceso de enseñanza de los jóvenes. De esta manera se busca favorecer la participación de todos los integrantes, abogando por la innovación y la experimentación como estrategias que aseguren y favorezcan el aprendizaje.

     Se trata de una adquisición e intercambio de nuevos conocimientos, que se configura como una comunidad de ideas, con unos objetivos bien establecidos. En dichos grupos no solo nos encontramos con jóvenes del centro, sino que también están integrados por aquellas personas que integran su entorno, como familiares, trabajadores locales, representantes de su barrio o de la ciudad, ex-alumnos del propio centro, etc., los cuales se comprometen a intervenir en la educación de los escolares. La participación de todo este conglomerado de individuos se traduce en la incorporación en los centros educativos de una gran pluralidad de perfiles, aportando otros puntos de vista, ya sea cultural, étnico, lingüístico, religiosos, de estilos de vida…que permiten acercar el mundo exterior a las aulas, sacando de esa burbuja impermeable en las que muchas veces parecen estar metidos los centros educativos.

     Para conseguir una buena sintonía en estas agrupaciones, todos los integrantes que las componen (especialmente los jóvenes) deben estar dispuestos a aprender y a enseñar, es decir, a interactuar constructivamente con su ambiente, a ser abiertos a nuevas aportaciones en forma de nuevos conocimientos. Así mismo, se deberá estimular, apoyar y fortalecer el capital intelectual de cada uno de los miembros que integran el grupo, hacer sentir al individuo que es escuchado y valorado por sus nociones, sea cual sea el tema que exponga. De esta manera el aprendizaje pierde ese carácter jerárquico en el que el profesor es el único que enseña, y pasa a convertirse en una actividad en las que todos aprenden conjuntamente, unos de otros.

     Las comunidades de aprendizaje han demostrado ser un mecanismo exitoso para la superación del fracaso escolar y fomentar y mejorar la convivencia en todos los lugares donde se han puesto en marcha. Es indudable, por tanto, el importante peso pedagógico que encierran estas sociedades, ya que conciencian a las familias y componentes de la sociedad de lo enriquecedor que es implicarse en la educación de los jóvenes.  Hacen valer los conocimientos y experiencias que los alumnos mantienen en esa realidad, sacando a la superficie sus caras más positivas y productivas, que además pueden servir a otras personas, evidenciando que no hay saberes en balde.

     En definitiva, dichas comunidades evidencias que el aprendizaje no se limita a  una pizarra con letras en tiza blanca, sino que depende principalmente de todas las interacciones de los estudiantes con el entorno, donde el saber está estampado en innumerables colores y formas.